Por José Antonio Chacón, Delegado de CCOO
Deseo comenzar confesando, no exento de orgullo, que me emocioné con el éxito del feminismo este 8 de Marzo. ¡Felicidades compañeras! Habéis escrito una especial e imborrable página de la Historia.
Aún me encuentro disfrutando del subidón de endorfinas que me produce contemplar a miles y miles de compañeras colapsando las ciudades en defensa de sus justas y casi nunca escuchadas reivindicaciones. Viene ahora el tiempo de que la sociedad reflexione, de que tome conciencia de que esta lucha no es cosa de un día. Que los restantes 364 deben convertirse también en un canto constante que abogue por derribar las barreras de la desigualdad. El progreso social sólo puede lograrse en comunión con ese 51% del mundo al que se discrimina por la única razón de nacer mujer. Es un atentado contra todo Derecho Humano.
Toca explorar y descubrir, en el día a día, nuestros demonios interiores; vestigio de culturas que quiero creer, deseo creer, tengo que creer, que están llamadas a la extinción y que nos hacen caer en conductas (incluso e inconscientemente a los que no queremos considerarnos machistas) que llevan prolongando el problema desde los inicios del mundo. Debemos corregir nuestra actitud y denunciar este lamentable proceder siempre que seamos testigos del mismo. Conducirlo a su erradicación final es obligación de todas y cada una de nosotras y nosotros.
No más muertes de madres, hermanas, hijas o compañeras, víctimas de un machismo que, perdido todo argumento, no sabe expresarse si no es a través de la violencia. No más violaciones. No más juicios donde se cuestione a las víctimas. Que a ninguna se le pregunte en entrevista laboral si tiene pensado tener descendencia; hecho este que debería, desde ya, quedar tipificado como delito, por atentar contra los principios de igualdad que la propia Constitución protege.
Que este ¡Basta Ya! Del 8 de Marzo de 2018 no quede en una anécdota; que continúe por siempre jamás; que encuentre eco de Lunes a Domingo, las 24 horas del día. Sólo así mujeres y hombres podrán romper las cadenas con las que esta lacra inmoviliza a unas y otros, impidiendo o enturbiando el progreso y amordazando nuestra libertad como personas, como sociedad y como humanidad.