Un día de vino y rosas
El viernes 24 de mayo acudimos un par de Delegados de CCOO de Medio Ambiente a la fiesta del concurso internacional de rosas que se celebró en la Rosaleda del parque del oeste.
Nuestra misión era sencilla, a la vez que complicada, colarnos en la fiesta del PP y hablar con los máximos responsables del Área de Medio Ambiente: la Directora General de Zonas Verdes, Limpiezas y Residuos, y el nuevo Concejal-Delegado.
Sin invitación, pero con recursos, logramos entrar y pudimos comprobar la vorágine laboral que impide a nuestros superiores atender las peticiones de reunión que últimamente les veníamos solicitando y ante las cuales no obteníamos respuesta.
Varias carpas y cientos de Técnicos y demás subalternos peleándose por reír las gracias en orden inversamente proporcional a la categoría y nivel de cada uno representada ocupaban el lugar. Vimos con ojos propios como la dilapidación del dinero público, tantas veces denunciada, era una falacia y más, parafraseando a nuestra Alcaldesa, una leyenda urbana que una realidad.
Era obvio que el catering y la abundancia de refrigerio era absolutamente necesaria, para que esos políticos y subalternos embutidos en caros trajes, no sufrieran los rigores del calor mientras hacían ostentosos actos de genuflexión a sus superiores, en espera de la traca final que vendría cuando hicieron acto de aparición la Alcaldesa y su cohorte.
Por otro lado, las señoras, alegremente ataviadas con lo último de la moda primavera-verano, competían por esbozar sus mejores sonrisas ante la ilustre llegada; orgullosas de llevar prendas caras, quien sabe si fabricadas en la tristemente famosa fabrica de Bangladesh u otra parecida.
Nosotros acudimos al acto con nuestras mejores galas, pantalones verde caqui, botas de trekking y un polo verde oscuro con logo de Madrid 2012.
Fuimos cumpliendo objetivos, hablamos con la Directora General y la trasladamos la preocupación de la plantilla y la urgimos a una reunión. Aceptó recibirnos en breve, a pesar de notar cierto resquemor ante nuestra visita, quizá por no poder disponer de esa seguridad que da un despacho y una reunión tasada y esperada.
Nos quedaba el nuevo, el concejal delegado. Visualizamos varias veces en el móvil su cara para reconocerle, no podíamos fallar, sólo teníamos una carta y no nos dejarían acercarnos dos veces. No os podéis imaginar lo difícil que es buscar al pingüino jefe en una fiesta de pingüinos. Menos mal, que los invitados creen en la lucha de clases y como tal, rápido nos hicieron ver quien era por los aspavientos, corrillos, inclinaciones y ladeos de testuz ante su presencia.
En un breve descanso de la pléyade de admiradores del recién llegado, los de verde lograron su objetivo, fueron a él y le hicieron entrega de la carta y de la necesidad de reunirnos para discutir diversos temas. Nos emplazó a ello a partir del 11 de junio.
Una vez cumplida la misión pudimos deleitarnos del esplendoroso momento que presenta en estos días el lugar, con las rosas en su máximo apogeo y el catering en su momento más álgido, con esas delicias de foie gratinadas con almendra tostada o los canapés de salmón nórdico flameado con vino y cualquier otra exquisitez a la cual debemos de obsequiar a nuestros jefes en un duro día de trabajo, eso sí regado todo con vino español.