En los últimos 25 años el modelo de Policía Municipal ha sufrido innumerables cambios. Han desaparecido unidades, se han creado otras, los cometidos han variado. Estas modificaciones han sido siempre tratadas con normalidad entre los partidos y también los sindicatos. Con discrepancias de opinión, legítimas, pero sin dramatismos ni mucho menos actos de violencia.

Días atrás, el Delegado, Don Javier Barbero, anunció la preparación de un cambio en el modelo policial. Dentro de él se incluía la eliminación de la UCES, así como el cambio en los cometidos de la nueva Unidad centralizada que las sustituiría para prestar apoyo en los distritos, abandonados por el anterior equipo de Gobierno, sin personal suficiente ni medios apropiados.

¿Acaso el nuevo Gobierno no tiene derecho a proponer y desarrollar un modelo policial, dentro del marco legal, adaptado a su programa electoral? Es más, nunca antes se había propuesto a los integrantes de las unidades eliminadas, como ahora ha dispuesto el Área, optar a ocupar plaza entre un conjunto de puestos ofertados. ¿Dónde está la explicación de haber convertido el fracaso (200 policías frente a más de 6.200) de una movilización, pretendidamente labora,l en terreno de batalla de la política partidista?

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Para CCOO la respuesta es que estamos ante un episodio de clara manipulación política. La fecha de la concentración fue fijada para hacerla converger con el momento de mayor auge de la campaña contra el Gobierno del Ayuntamiento de Madrid, de modo que el previsible fracaso en el seguimiento de la misma se ocultara bajo el manto del escándalo político. Así ha ocurrido, y en esto consiste el “éxito” de la convocatoria. Magro triunfo para quienes tienen encomendada la tarea  de defender los intereses de los trabajadores. Esos intereses que se han visto violentados estos años de atrás mediante plazas otorgadas a dedo, puestos de trabajo ocultos, salarios desconocidos, y un largo etcétera de atentados contra los derechos de la Policía que no han sido objeto ni de movilizaciones ni de crítica, pues venían bien acompañados de privilegios.

La imagen que una parte de los 200 concentrados trasmitieron es una ofensa para la inmensa mayoría de policías municipales. No podemos admitir que miembros de la Policía, encargados de velar por nuestra seguridad y libertad, profieran gritos del tipo “rojo de mierda”. Estos años han sido de movilización contra los recortes del Gobierno del Partido Popular. Cuatro años de resistencia pacífica, en forma de Marea Negra, respetuosa. Nunca hemos insultado a nuestros gobernantes. Incluso hemos recurrido a formas amables para demostrar nuestro disenso. En la memoria permanece aquél “oso anti moroso” cuya actividad reivindicativa supo encajar Álvarez del Manzano. Los sindicatos municipales y la plantilla del Ayuntamiento de Madrid hemos sabido usar nuestros derechos, y también graduar su empleo. Incluso cuando nos han presentado ERES con despidos. Situación límite que no se da en el caso de la Policía Municipal. Por eso, en línea con la coherencia de nuestra forma de actuar hoy condenamos lo ocurrido de forma clara y contundente.

La solución es sencilla y urgente. Hay que volver a la Mesa del diálogo social, que nunca estuvo cerrada. Debemos todos ser capaces de apostar por nuestras mejores formas de comportamiento democrático. Y dejar de pensar en otra cosa que no sea el bien de la Ciudad de Madrid y de la plantilla de policías municipales. Porque a día de hoy el debate versa sobre un sinfín de materias, todas ellas ajenas al bienestar de la mayoría de la población madrileña y del Cuerpo de Policía Municipal. Y merecemos otro trato. Aunque sólo fuera porque hemos aguantado 25 años de gobiernos populares con estoicismo y respeto profundamente democráticos.