No es oro todo lo que reluce
El 26 de agosto la selección española femenina Sub-18 de baloncesto se proclamaba campeona de Europa tras imponerse a Francia en la final disputada en Croacia. Era la guinda de una temporada en la que el baloncesto femenino español se había comido "todo el pastel", 4 de 4 europeos en 2 meses.
Begoña Marugán Pintos, socióloga (@begoa46)
Este ha sido un “verano histórico” para el baloncesto femenino español que ha conseguido lo que ninguna selección había hecho antes: ganar el Campeonato de Europa en todas las categorías (la selección absoluta, la Sub-20, la Sub-18 y la Sub-16). El 11 de agosto, la selección española de baloncesto femenino Sub-16 se llevó el oro del Eurobasket de Bulgaria, y la Sub-20 se proclamó campeona en Turquía, solo dos semanas después de que el equipo absoluto ganara a Francia. Según los medios deportivos, el balance para los combinados nacionales femeninos es inmejorable: 4 europeos en 2 meses, 36 victorias en los 36 encuentros disputados, acabando el verano sin conocer la derrota. Y yo me pregunto ¿de este hecho histórico cuánta gente se ha enterado?
Podemos pensar guiadas por esa concepción evolucionista y optimista ilustrada de la historia que las cosas cambian, pero si me paro a pensar: ¡qué poco cambia la situación de las mujeres! Bueno, en realidad, daría algo porque precisamente en este momento no cambiara a peor y esto lo digo echando un vistazo a los datos de la EPA del segundo trimestre de 2013, en la que sólo el 28% del empleo creado ha sido ocupado por mujeres, cuando el número de hombres parados en el último año ha crecido en 49.100, mientras que este número de mujeres paradas lo ha hecho 4 veces más y sólo un 28,9% de las mujeres en paro percibe prestaciones por desempleo.
¿Cómo no vamos a tener el síndrome de la indefensión aprendida, si hagamos lo que hagamos nos da igual? ¡Mira que nos luce poco el trabajo! El campeonato mundial de natación concluía a principios de este mes con once medallas logadas por la delegación española. Todas ellas ganadas por mujeres; mujeres que en algunos casos se han quedado sin club y que prácticamente todas ellas tienen que emigrar y que buscar formas imaginativas de financiación para poder continuar realizando su trabajo.
Las dificultades para sobrevivir y mantener equipos de fútbol femenino, baloncesto, balonmano, voleibol o natación son una constante que está llevando a gran parte de nuestras deportistas a la emigración para poder vivir de su deporte de manera profesional. Sí, ganan campeonatos, traen oros, se dejan la vida en cada entreno, pero ¿cuántas posibilidades tienen de iniciarse, desarrollarse como deportistas de élite y continuar sus carreras profesionales? ¿Cuántas personas conocen de su esfuerzo? y, ¿quién reconoce sus hazañas? Los medios de comunicación hacen caso omiso. “No dan dinero” te dicen las personas a quien se lo comentas y se quedan tan anchas. Y si no dan dinero, como siempre se argumenta, ¿no será porque, como decía la antropóloga Margaret Mead, en los setenta, “un hombre puede cocinar, tejer, o vestir muñecas (…) pero si estas actividades se consideran como ocupaciones apropiadas para los hombres, entonces la sociedad entera las ve como algo importante. Cuando las mismas actividades están realizadas por mujeres son consideradas menos importantes”.