La libertad de García Juliá, una vergüenza para España
Artículo de Jaime Cedrún del día 19 de noviembre de 2020
Dijo esta derecha de pistolerismo verbal que la victoria del PSOE y el acuerdo de Gobierno con Unidas Podemos iba a traer quema de iglesias, ataques a la bandera y caos callejero. En este tiempo hemos visto como el desorden viene de quienes quieren apagar la memoria histórica, de quienes torticeramente quieren retorcer la ley y transformar ese espíritu de “verdad, justicia y reparación” en “mentira, injusticia y provocación”. Sobre la bandera, sólo hay que ver los kilométricos telares rojigualdos que se van inaugurando sin problema en diversos barrios de la capital, por no hablar de la chusca y millonaria ornamentación navideña preparada por el alcalde.
Más grave es la institucionalización del odio por parte del Consistorio con actuaciones como la paralización y posterior destrozo del Memorial que estaba erigiéndose en el Cementerio del Este en recuerdo de los asesinados por el franquismo. O la barbaridad histórica que atenta también contra la memoria de Madrid al retirar del callejero el “Bulevar Indalecio Prieto” y la “Calle Francisco Largo Caballero”, así como la placa conmemorativa de la plaza de Chamberí donde nació Caballero. Una placa que no solo no ha sido preservada en los almacenes municipales, sino que ha sido destrozada bajo la responsabilidad del alcalde. La institucionalización del odio alienta a que la estatua de Indalecio Prieto en Nuevos Ministerios, lugar de la ciudad diseñado por él, aparezca permanentemente atacada por fascistas “incontrolados”. O que, en esta misma semana, el memorial vecinal “en defensa de la libertad” levantado en recuerdo de las dos mil personas que pasaron por la cárcel de Carabanchel haya sufrido también un ataque.