El pasado 10 de junio de 2019, con el asesinato de una mujer de 28 años en Alboraia (Valencia) a manos su pareja, un hombre de 48 años, alcanzamos la nefasta cifra de 1000 mujeres asesinadas en España a manos de sus parejas o exparejas varones desde el año 2003 (¡en 16 años!), en el que empezaron a contabilizarse. No entran en el recuento aquéllas víctimas que lo fueron por su relación con la pareja o expareja y que no tuvieron una relación sentimental con sus asesinos: hijas o hijos, hermanas o hermanos, madres, padres, amistades …

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Mientras tanto tenemos que escuchar como, desde algunas organizaciones políticas y sociales se habla de denuncias falsas y de que “no es para tanto”. Teniendo en cuenta que España es uno de los países donde esta cifra es más baja, podemos hacernos una idea de la situación de las mujeres en el mundo.
El asesinato de mujeres es el resultado final de una sucesión de maltratos, cuando ocurre ha habido un montón de señales a las que debemos atender. No vale lavarse las manos, tenemos que tomar cartas en el asunto y pasar a la acción cuando detectamos maltrato, no podemos quedarnos al margen, somos responsables y no vale decirle a ella que haga algo, los maltratadores deben ser repudiados por la sociedad en su conjunto, por todas las personas de bien que somos la gran mayoría. El mal cobra fuerza cuando no se le enfrenta.
Os adjuntamos un enlace a un artículo donde podréis ver el alcance de la situación así como su análisis